Hay muchos millones de personas convencidas de que no estamos solos en el Universo.
Entre otras razones, porque hay miles de millones de planetas y estrellas y estadísticamente parece imposible que no haya vida realmente inteligente en otros lugares.
El universo es un sitio grande, muy grande, y ahora somos conscientes de que, además de galaxias y estrellas, los planetas son muy comunes en él.
Esto puede parecer algo muy obvio, pero hasta 1992 no tuvimos constancia de la existencia de planetas orbitando estrellas distintas de nuestro Sol.
Hoy día tenemos constancia de que en la parte del universo que podemos ver, el universo observable, hay unas cien mil millones de galaxias.
En cada una de esas galaxias estimamos que han de haber unas cien mil millones de estrellas.
Y ahora sabemos que hay aproximadamente un planeta por cada estrella.
Conociendo todos estos datos no es extraño que el ser humano se cuestione: ¿Estamos solos en el universo?
No es para nada un planteamiento original, pues la humanidad se lo ha preguntado desde que tuvo la constancia de su lugar en el universo. Pero, sin duda alguna, el que la formuló de una forma más contundente fue Enrico Fermi.
Los problemas de Fermi
Fermi fue un físico italiano que hizo grandes aportaciones a diversos campos de la física, desde la estructura nuclear hasta el comportamiento estadístico de muchas partículas cuánticas. Fue un experimentador nato, un teórico de primera clase, un profesor apreciado y una apasionado por la física en general. Pero Enrico Fermi también es conocido por su capacidad de hacer estimaciones basándose en simples hipótesis de partida. Estos son los conocidos como “problemas de Fermi” entre los que destacan cuántos pelos tenemos en promedio en la cabeza o cuántos afinadores de pianos hay en tu ciudad.
Un ejemplo de este tipo de estimaciones es su curiosa deducción de la potencia de la detonación de la primera prueba de una bomba atómica. Fermi estuvo presente en la prueba y cuentan que cuando pasó la onda expansiva dejó caer unos cuantos papelitos. Observando la distancia que esos papelitos habían recorrido y la sensación que él mismo tuvo al pasar la onda expansiva, valoró la potencia de la bomba y ¡voilá! Su valor estuvo en el mismo orden de magnitud que el valor real calculado por otros científicos.
La visita de los extraterrestres
En el verano de 1950, Fermi estaba pasando un día junto a otros tres colegas, Edward Teller, Herbert York y Emil Konopinski y salió a colación la posible existencia de civilizaciones extraterrestres presentes en nuestra galaxia. Como no podía ser de otra manera, Fermi se mostró entusiasmado con la cuestión y, de hecho, se planteó la posibilidad de que nos hubieran visitados tales civilizaciones. Y el planteamiento fue tal que así:
- Tenemos unas cien mil millones de estrellas en nuestra galaxia. Muchas de ellas serán similares a nuestro Sol y muchas de estas serán mucho más viejas que nuestra estrella.Seguro que algunas de esas estrellas tienen planetas que pueden soportar vida.
- En muchos de esos planetas con vida se darán las circunstancias y características de estabilidad que hayan permitido el desarrollo de vida inteligente.
- Algunas de esas civilizaciones habrán sobrevivido en el tiempo y habrán avanzado tecnológicamente tanto como para afrontar viajes espaciales.
- Aunque no se puedan mover a la velocidad de la luz ni superior, han tenido el tiempo suficiente de llegar a la Tierra.
Si todos estos puntos son correctos, deberíamos de haber tenido constancia inequívoca de la visita de extraterrestres.
Como no es el caso, Fermi se preguntó: ¿Dónde está todo el mundo?
Hoy día, se habla de problema o paradoja de Fermi en un sentido más amplio, la cuestión no es ya si nos han visitado o no, es simplemente si podremos tener contacto con alguna civilización extraterrestre en caso de existir.
Este problema de Fermi ha suscitado mil y unas posibles resoluciones, sin embargo, aún nos queda mucho por conocer del universo, de la física, de la química y de la biología para poder dar una respuesta definitiva.