Existen diversas pruebas, de mayor o menor trascendencia, que avalan la existencia del Jesús histórico. El Daily Mail ha recopilado un reportaje que destaca las siete evidencias más importantes, basadas en la arqueología y la ciencia.
Pruebas escritas
El Dr. Lawrence Mykytiuk, experto en estudios hebreos de la Universidad de Purdue, sostiene que durante más de 1.000 años no se cuestionó la existencia de Jesús. Las fuentes no cristianas de la antigüedad reconocen explícita o implícitamente que Jesús fue una persona real. Ejemplos de esto son el historiador romano Tácito y el escritor judío Flavio Josefo, quien menciona a Jesús en su obra Antigüedades judías, escrita solo 60 años después de su muerte.
Josefo hace referencia a la ejecución del hermano de Jesús, Santiago, quien está identificado como «el hermano de Jesús llamado el Mesías». Mykytiuk señala que este detalle sería irrelevante si Jesús no hubiera existido, ya que el nombre de Santiago era común.
El grafiti de Alexamenos
El grafiti de Alexamenos, hallado en un muro en el monte Palatino en Roma, es la primera representación conocida de la crucifixión de Jesús. Este dibujo muestra a un hombre adorando a alguien con cabeza de burro en la cruz, con la inscripción: «Alexamenos adora a (su) dios».
El Dr. Jonathan Reed, experto en arqueología del cristianismo primitivo, destaca que la burla sobre la crucifixión, una muerte considerada vergonzosa, es una señal de autenticidad. A pesar de que los primeros relatos cristianos trataban de enaltecer la crucifixión, los detalles embarazosos de la vida de Jesús refuerzan su historicidad.
El talón crucificado
En 1986, se descubrió en Jerusalén un osario que contenía los restos de un hombre crucificado, incluido un talón con un clavo aún incrustado. Aunque no es evidencia directa de Jesús, este hallazgo apoya la exactitud de los relatos sobre su crucifixión y refuerza la idea de que las familias podrían recuperar los restos de los crucificados, como se menciona en los Evangelios.
La Sábana Santa de Turín
La Sábana Santa, que muchos consideran el lienzo en el que se envolvió a Jesús tras su crucifixión, ha sido objeto de debate. Algunos estudios sugieren que la imagen en el sudario no fue creada por un cuerpo humano, sino mediante un bajorrelieve. Además, el patrón de tejido no coincide con el usado en la región de Israel en tiempos de Jesús, sino con uno similar de la Edad Media. Sin embargo, algunos estudiosos, como Ben Witherington III, argumentan que la imagen de la tela podría representar con precisión los detalles de la crucifixión, lo que invita a la reflexión sobre su autenticidad.
La Iglesia de los Apóstoles
En 2017, los arqueólogos descubrieron una basílica bizantina cerca del río Jordán que podría ser la iglesia perdida de los Apóstoles, construida sobre el pueblo de Betsaida, hogar de Pedro, Andrés y Felipe. Este hallazgo es interpretado por algunos como una prueba arqueológica que respalda el relato bíblico sobre Jesús y sus discípulos.
La inscripción ‘Jesús es Dios’
En una prisión israelí, se encontró un mosaico de 1.800 años de antigüedad que contiene la inscripción «Akeptous, amante de Dios, ha ofrecido la mesa a Dios Jesucristo como memorial». Este mosaico, que decoraba una antigua sala de oración, es una de las primeras declaraciones escritas de la divinidad de Jesús, lo que sugiere que esta creencia estaba presente en la iglesia primitiva tan solo dos siglos después de su muerte.
El Osario de Santiago
El Osario de Santiago, una caja de huesos con la inscripción «Santiago, hijo de José, hermano de Jesús», es otro hallazgo relevante. Si se confirma su autenticidad, será una prueba significativa de que Jesús fue una figura histórica de gr.
Estas pruebas, algunas directas y otras indirectas, ofrecen una visión fascinante de las evidencias que apuntan a la existencia de Jesús como figura histórica, más allá de su relevancia religiosa.