El karma, esa palabra que tantas veces hemos usado para justificar la mala suerte de otros o para consolarnos ante las injusticias de la vida, es mucho más que una simple frase hecha.
Este concepto, profundamente arraigado en las tradiciones filosóficas y religiosas de la India, ha trascendido fronteras y se ha convertido en un término casi universal.
Pero, ¿qué es realmente el karma y cómo funciona?
Originario del sánscrito, el término karma significa literalmente «acción».
Sin embargo, su interpretación va mucho más allá de un simple acto.
En las religiones dhármicas como el hinduismo, el budismo y el jainismo, el karma se entiende como una ley cósmica de causa y efecto que gobierna nuestras vidas.
Imaginen el karma como un boomerang cósmico: lo que lanzamos al universo, eventualmente regresa a nosotros. Cada pensamiento, palabra o acción genera una energía que, según esta creencia, tendrá repercusiones en nuestra vida actual o en futuras encarnaciones.
Es como si el universo llevara una contabilidad meticulosa de nuestro comportamiento, algo así como un Santa Claus espiritual que anota si hemos sido buenos o malos, pero sin regalos ni carbón, solo con consecuencias.
Pero cuidado, el karma no es un sistema de recompensas y castigos administrado por una deidad caprichosa.
Como explica el gurú Sadhguru en su libro «Karma: Guía yogui para crear tu destino»: «El karma no tiene nada que ver con recompensas o castigos. Es un ciclo interno generado por ti, en base a patrones de comportamientos». En otras palabras, somos los arquitectos de nuestro propio destino, ladrillo a ladrillo, acción a acción.
La idea del karma está íntimamente ligada al concepto de reencarnación.
Según esta creencia, una sola vida no es suficiente para experimentar todas las consecuencias de nuestras acciones. Es como si la vida fuera una serie de Netflix con múltiples temporadas, donde cada episodio (o vida) está influenciado por lo que hicimos en el anterior. El objetivo final? Alcanzar el nirvana o la liberación del ciclo de renacimientos, algo así como llegar al final de la serie y descubrir que todo tenía sentido.
Pero no todo en el karma es tan simple como «haz el bien y te irá bien».
El concepto incluye matices fascinantes. Por ejemplo, en el budismo se habla del «anantarika-karma», que son cinco acciones consideradas tan graves que conducen directamente al infierno en la próxima vida. Entre ellas están el matricidio, el parricidio y herir a un Buda. Así que ya saben, si están pensando en rebelarse contra sus padres o agredir a un monje budista, mejor pensárselo dos veces.
El karma no solo se limita a las acciones físicas.
Los pensamientos y las palabras también cuentan.
Es como si nuestra mente fuera un campo de cultivo donde cada pensamiento es una semilla. Cultivamos pensamientos positivos, cosechamos experiencias positivas. Sembramos negatividad, y bueno, ya se imaginan el resultado.
Ahora bien, ¿cómo aplicamos este concepto milenario a nuestra vida moderna?
¿Significa que debemos vivir constantemente preocupados por cada acción, temiendo sus consecuencias kármicas? No necesariamente. El karma puede ser visto como una herramienta de crecimiento personal, una invitación a la reflexión y la responsabilidad.
La psíquica Mary T. Browne, en su obra «El poder del karma», sugiere que podemos usar el karma para comprender nuestro pasado y modelar nuestro futuro. Es como tener un GPS espiritual que nos ayuda a navegar por la vida, evitando los baches de errores pasados y encontrando rutas más satisfactorias.
En el mundo occidental, el concepto de karma ha sido adoptado y adaptado, a veces perdiendo parte de su profundidad filosófica original. Lo hemos convertido en una especie de justicia poética instantánea: «El karma te la devolverá», decimos cuando alguien nos hace algo malo, como si el universo fuera un justiciero cósmico con capa y antifaz.
Sin embargo, el verdadero sentido del karma es mucho más sutil y a largo plazo.
No se trata de una venganza cósmica inmediata, sino de un proceso de equilibrio y aprendizaje que puede extenderse a lo largo de varias vidas. Es más una maratón espiritual que una carrera de 100 metros.
En nuestra sociedad actual, obsesionada con la gratificación instantánea, el karma nos invita a una perspectiva más amplia.
Nos recuerda que nuestras acciones tienen consecuencias, a veces no inmediatas, pero siempre presentes.
Es una llamada a la responsabilidad personal, a pensar antes de actuar, a considerar el impacto de nuestras decisiones no solo en nosotros mismos, sino en los demás y en el mundo que nos rodea.
El karma también puede ser visto como una forma de autoconocimiento. Al reflexionar sobre nuestras acciones y sus consecuencias, podemos entender mejor nuestros patrones de comportamiento, nuestras motivaciones y, en última instancia, quiénes somos realmente. Es como tener un espejo espiritual que nos muestra no solo nuestro reflejo exterior, sino también nuestro interior.
En un mundo cada vez más interconectado, el concepto de karma adquiere una relevancia especial.
Nos recuerda que estamos todos unidos en una red de causa y efecto. Cada acción, por pequeña que sea, tiene el potencial de crear ondas que se extienden mucho más allá de nuestro círculo inmediato. Es una invitación a la empatía y a la consideración global.
Pero no todo en el karma es serio y trascendental. También tiene su lado divertido.
¿Alguna vez has tenido un día en el que todo sale mal y has pensado «debe ser el karma por haberme comido la última galleta del paquete»? Aunque no sea exactamente como funciona el karma, estos pequeños momentos de humor nos ayudan a lidiar con las vicisitudes de la vida.
En conclusión, el karma es mucho más que una simple palabra de moda o un concepto new age.
Es una filosofía de vida que nos invita a ser conscientes, responsables y compasivos. Nos recuerda que somos los autores de nuestra propia historia, que cada acción cuenta y que, en última instancia, cosechamos lo que sembramos.
Así que la próxima vez que estés a punto de tomar una decisión, grande o pequeña, recuerda: el karma está observando.
No como un juez severo, sino como un sabio maestro, esperando ver qué lección aprenderás hoy. Y quién sabe, tal vez ese acto de bondad que realices hoy sea el boleto para una vida mejor mañana… o en tu próxima encarnación.
- En el jainismo, se cree que el karma es una sustancia física que se adhiere al alma.
- Algunas tradiciones budistas creen en el «karma colectivo», donde grupos enteros de personas comparten consecuencias kármicas.
- En la astrología védica, los planetas se consideran agentes del karma.
- El concepto de karma ha influido en la filosofía occidental, incluyendo a pensadores como Schopenhauer.
- En algunas interpretaciones, el karma no solo afecta a los humanos, sino a todos los seres sintientes.
VÍDEO / EL CACO CASTIGADO POR EL KARMA Y EL MOTORISTA
El delincuente no se percató que muy de cerca y atento, se encontraba un motorista, que no dudó en irse a por él.
Lo alcanzó en un instante y le hizo caer al suelo.
Perdió el caco hasta la bicicleta.
«¡Qué desastre! Robarle un teléfono a esta pobre mujer. Es una pena que se haya escapado, pero ya lo he denunciado y he entregado su bicicleta a las autoridades».
Eso escribió el valiente motorista en las redes sociales.
Para esta mujer la ayuda ‘cayó del cielo‘.