La primera vuelta de las elecciones presidenciales en Rumania ha dejado a Europa y al mundo boquiabiertos.

Candidato de extrema derecha y proruso favorito a la presidencia de Rumania

Contra todo pronóstico, un candidato de extrema derecha, Calin Georgescu, ha tomado una ventaja que pocos, si acaso alguien, predijo.

Candidato de extrema derecha y proruso favorito a la presidencia de Rumania
Calin Georgescu Agencias

Este resultado no solo pone en jaque el panorama político del país, sino que también plantea preguntas cruciales sobre los vientos que soplan en la región y el impacto de las redes sociales en la política contemporánea.

El ascenso de Georgescu no es un fenómeno aislado. Su mensaje, centrado en «restaurar la dignidad de la nación rumana», conecta con una narrativa nacionalista que se ha visto fortalecida en otros contextos europeos.

Sin embargo, su retórica pro-rusa y sus críticas a la OTAN, en un país que históricamente ha visto a Moscú con recelo, son especialmente alarmantes. Más aún, su presencia en la segunda vuelta de las elecciones envía una señal inquietante: una parte significativa del electorado rumano está receptiva a discursos que cuestionan los valores democráticos y prooccidentales que Rumania ha defendido desde su adhesión a la Unión Europea y la OTAN.

El camino de Georgescu hacia este sorprendente resultado revela mucho sobre las grietas en el sistema político y social rumano. Su campaña, centrada en TikTok, subraya cómo las redes sociales pueden ser un arma formidable en manos de candidatos populistas.

Georgescu supo aprovecharlas para movilizar a una base desencantada y, al parecer, olvidada por los partidos tradicionales. Mientras tanto, figuras establecidas como el primer ministro Marcel Ciolacu han visto cómo su influencia se diluye, hasta el punto de que su derrota lo ha obligado a dimitir como líder de los socialdemócratas.

El dilema que enfrentan los votantes ahora no es menor. Si Elena Lasconi, la candidata de centroderecha y una figura progresista, se enfrenta a Georgescu en la segunda vuelta, muchos rumanos, especialmente aquellos en las zonas rurales que tradicionalmente apoyan al socialismo, podrían encontrarse entre la espada y la pared. ¿Optarán por un ultranacionalista con vínculos políticos o por un líder liberal que represente los valores modernos de la Europa unida?

Más allá de los nombres y los porcentajes, estas elecciones son un reflejo de un problema más profundo. El descontento con el aumento del costo de vida, el resentimiento hacia los refugiados ucranianos y la percepción de que las élites políticas han perdido el contacto con las necesidades del pueblo han creado el caldo de cultivo perfecto para un cambio radical. Y aunque el papel del presidente en Rumania es mayormente simbólico, la influencia en política exterior y el mensaje que envía al mundo no pueden subestimarse.

El resultado final, que se decidirá el 8 de diciembre, marcará un punto de inflexión para Rumania y la región. Pero independientemente de quién gane, estas elecciones ya han dejado claro que el terreno político está cambiando de manera peligrosa. Europa debería tomar nota.

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Autor

Paul Monzón

Redactor de viajes de Periodista Digital desde sus orígenes. Actual editor del suplemento Travellers.

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