Se cumplen 100 años del nacimiento de Margarita Carmen Cansino, o lo que es lo mismo, Rita Hayworth. Sin embargo, la eterna Gilda, la apodada como 'Diosa del amor' o 'la bomba sexy' por la prensa de su época tuvo una de las vidas más duras y amargas que se recuerdan de una estrella de Hollywood. Queda a tu juicio, querido lector, decidir si al final de esta entrada la eternidad es una justa recompensa a la dura vida de la estrella.

Nacida en Nueva York en 1918, Margarita era hija de una pareja de bailarines. Ella era de origen irlandés e inglés, se llamaba Volga Margaret Hayworth y procedía de la compañía Ziegfeld Follies. Su padre, sí, era de origen español, más concretamente, de Castilla de la Cuesta, Sevilla. Antes de sacar pecho por esta parte que nos toca de la sangre de esta leyenda del séptimo arte, conviene decir cuanto antes que, con la corta edad de 13 años, este señor llamado Eduardo Cansino abusó de algo más que de las visibles dotes para el baile de su hija. Sin poder actuar en los clubes nocturnos americanos debido a su edad, padre e hija se mudaron a Juarez. Allí, rodeados del peor ambiente posible, entre prostitutas y bandoleros, la joven Rita Cansino se hizo un nombre artístico como pareja de su padre. Obligada por este en público y privado a fingir ser su mujer en vez de su hija, la explotación duró hasta que la joven se fugó con el que sería su primer marido, con el que se casó en contra del deseo paterno a los 19 años.

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Rita Hayworth bailando con su padre Eduardo Cansino.
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Años más tarde, también con su padre.

INICIOS EN EL CINE

Edward C. Judson era por entonces un vendedor de coches, pero le sirvió para huir del progenitor que le robó la virginidad tempranamente. Viendo el talento de su joven esposa en el baile y su evidente belleza, Judson le consiguió a su mujer un contrato en la Columbia Pictures. Productora que, por entonces, estaba en busca de grandes éxitos y estrellas. Desde 1935, con 17 años, ya había participado en películas de serie B pero no fue hasta su primer contrato, dos años más tarde, cuando se asentó en el cine. Aunque en esta época las operaciones estéticas eran más primitivas, el estudio sí sometió a Hayworth a una pequeña transformación corporal y facial. Adelgazó mediante dieta y contorneó su figura y piel con tratamientos electrolíquidos pero, sobre todo, fue su frente la que fue modificada mediante electrodepilación (el doloroso láser de la época), ampliada y recortada en V, acentuando el pico de su flequillo. Y no, su pelirrojo tampoco era natural, era morena.

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Su primer papel importante fue en la excepcional película de Howard Hawks ‘Solo los ángeles tienen alas’ (1939), junto a Cary Grant. A partir de ahí, la actriz haría 5 o 6 películas por año. La mayoría fueron éxitos de taquilla poco recordados hoy en día e hicieron que la Columbia pasase a la primera división de las productoras. Frank Sinatra llegó a decir: “Rita Hayworth es la Columbia”. Sin embargo, ni siquiera en estos momentos de éxito nuestra pobre protagonista tuvo paz. Es conocido que uno de los dirigentes de la compañía, Harry Cohn, la acusó sexualmente en numerosas y repetidas ocasiones durante años. Aunque dicen que estuvo toda la vida obsesionado con ella, también cuentan que la actriz, ya acostumbrada lamentablemente a tratar con el asunto, consiguió siempre resistirse.

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Rita Hayworth y Cary Grant en ’Solo los ángeles tienen alas’
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EL ESTRELLATO

En 1941 la joven intérprete consiguió otro contrato, esta vez con la Twenty Century Fox, compañía que la rechazó antes que la más humilde Columbia la convirtiera en estrella. Bajo las órdenes de Rouben Mamoulin interpretó a Doña Sol en la adaptación de la novela de Blasco Ibañez, ‘Sangre y Arena’ (1941). Toda una superproducción junto a Tyrone Power que apuntaló los cimientos de su imagen de sex Symbol. Si Marilyn Monroe fue la sexualidad de los cincuenta, Rita fue la de los cuarenta y, en ese momento, también la actriz mejor pagada del mundo.

Tras cinco años, dejó atrás el matrimonio con Judson en 1942, bailó con Fred Astaire en ‘Desde Aquel Beso’ (Sidney Lanfield, 1941) o ‘Bailando nace el amor’ (William A. Seiter, 1942), con Gene Kelly en ‘Esta noche y todas las noche’ (Victor Saville, 1945), fue ‘La pelirroja’ (Raoul Walsh, 1941) de James Cagney y, sí, Gilda.

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Rita Hayworth, James Cagney y Olivia de Havilland en 'La pelirroja'pinterest
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Rita Hayworth, James Cagney y Olivia de Havilland en ’La pelirroja’
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Gilda
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El guante que pasó a la historia en ’Gilda’

Se casó con Orson Welles en 1943. Dicen que el genio llevaba enamorado de ella desde que la vio en una portada de ‘Life’ en 1941 y que, incluso, finalizó su romance con Marlene Dietrich para centrarse en conquistar a Hayworth. La jugada le salió bien por un tiempo, concretamente hasta 1948. Ya en 1945, durante el rodaje de ‘Gilda’ (Charles Vidor) las cosas no iban demasiado bien. La prensa llamaba a la pareja ‘La bella y el cerebro’, lo cual solo hacía más evidente que la joven e insegura actriz sin estudios se viese inferior en manos de un agitado superdotado como Welles. El genio que creó ‘Ciudadano Kane’ combinaba sus numerosas infidelidades a su esposa con una buena cantidad de celos. Cabreado tanto por las visitas de los padres de Hayworth (Welles conocía que precisamente su suegro había sido el primer amante de su mujer), como por la costumbre adquirida de su libertaria vida adolescente en Juarez de tomar el sol desnuda en público, el cineasta había construido un Xanadú de altos muros para mantener controlada a su esposa.

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Orson Welles y Rita Hayworth

EL MITO ETERNO

preview for Curiosidades de la sensual y mítica escena de Rita Hayworth en 'Gilda'

Antes de que esta situación fuese más insostenible, ‘Gilda’ regaló a Hayworth la inmortalidad y aunque no es ella misma, sino Anita Ellis, la que cantaba ‘Put he blame on Mame’, le bastó con quitarse un guante y sí, recibir una bofetada, para conseguirla. Polémico entonces el guante y hoy en día la bofetada que le propina Glenn Ford, lo cierto es que, como todas las leyendas, las dos escenas han sido exageradas por el boca a boca. Por un lado, el guante como un strip-tease indecente y perseguido por la iglesia solo dio lugar a una mayor fama de su protagonista como femme fatal y deseo sexual prohibido de medio mundo. En España la película se calificó de "gravemente peligrosa" nada más y nada menos. Por el otro, la bofetada que le propina Glenn Ford en este clásico de Charles Vidor es muchas veces vista sin su contexto, obviando que, la a todas luces agresión física, es una respuesta a la idéntica bofetada que ella le propina a él unas escenas antes.

Fuese como fuese, Mientras todos querían acostarse con Gilda, Welles hacía lo propio con Judy Garland, lo que provocó una de las frases más célebres de la actriz: “Todos los hombres que conozco se acuestan con Gilda, pero se levantan conmigo”. Enunciada como chascarrillo, lo cierto es que es fácil observar la amarga soledad y distanciamiento con la realidad que supuso para la actriz estar enterrada en un matrimonio que hacía aguas mientras el mundo la observaba únicamente con un icono-objeto sexual.

Con el amor ya extinguido pero con el matrimonio aún en pié, la actriz se puso a las órdenes de Welles en ‘La dama de Shanghái’ (1947). Con poco cariño a su todavía esposa, Welles le recortó el pelo y la tiño de rubio, lo cual cabreó a todos sus fans de la época y contribuyó al fracaso y la mala prensa de la película que hoy es considerada un clásico. No obstante, la actriz declaró años más tarde que, pese a la amarga relación que tuvo con Welles durante el rodaje, era perfectamente consciente de su talento y de que “sabía que estábamos haciendo un clásico mientras lo rodábamos”. La tantas veces emulada escena de los espejos es la prueba de ello.

Orson Welles y Rita Hayworth en el set de 'La dama de Shanghái'pinterest
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Orson Welles y Rita Hayworth en el set de ’La dama de Shanghái’
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Orson Welles y Rita Hayworth en ’La dama de Shanghái’

Tras convertirse, muy a su pesar, en la imagen pintada en la bomba nuclear lanzada sobre las Islas Bikini en 1946 y ya divorciada de Welles, el rodaje de ‘Los amores de Carmen’ (Charles Vidor, 1948) la llevó a la Costa Azul, donde conoció al también mujeriego príncipe Alí Khan. Convertida de forma acelerada en princesa (como Grace Kelly), por embarazo, el matrimonio con el aristócrata le depararía la misma suerte que el de Welles. Aguantó las infidelidades del playboy aristócrata hasta 1953.

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Rita Hayworth y Alí Khan.
Rita Hayworth y sus dos hijas, Rebeca Welles y Yasmine Khan.pinterest
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Rita Hayworth y sus dos hijas, Rebeca Welles y Yasmine Khan.

EL OCASO

Con el final de la década de los cuarenta comenzó la decadencia popular de la actriz, aunque aún vendrían películas tan importantes como ‘Salomé’ (William Dieterle, 1953), ‘Fuego escondido’ (Robert Parrish, 1957), ‘Pal Joy’ (George Sidney, 1957) o ‘Mesas separadas’ (Delbert Mann, 1958). Sin embargo, la estrella comenzaba a ganar mala fama por no llevar aprendidos los papeles o encontrarse perdida en el set. La prensa y la industria la machacó, adjudicando estos problemas al alcohol y las drogas, habituales en la actriz desde su adolescencia. Sin embargo, sus problemas no provenían únicamente de las narcosustancias sino de un alzheimer prematuro que, desconocido por entonces, no le fue diagnosticado hasta veinte años después. Se casó dos veces más, con el desconocido actor-cantante argentino Dick Haymes (1953-55) y con el director James Hill (1958-61). Ambos no hicieron más que vivir a costa de ella y dejar los escasos ahorros de la actriz agotados de cara a una vejez prematura y enferma.

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Rita Hayworth y Robert Mitchum
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Apartada lo que pudo de las cámaras y acompañada hasta su muerte por su segunda hija, Yasmine Aga Khan (Rebeca Welles estaba más distanciada de ella), los últimos papeles de una, aparentemente poco profesional pero enferma actriz fueron en ‘El fabuloso mundo del circo’ (Henry Hathaway, 1964) junto con John Wayne y Claudia Cardinale; ‘El aventurero (Terence Young, 1967) junto a su amante habitual y amigo Anthony Quinn; y finalmente ’La ira de Dios’ (Ralph Nelson, 1972).

¿EL FINAL?

Murió de alzheimer en el mismo Manhattan en el que nació 68 años después, en compañía de su hija Yasmine. Uno de los portadores de su féretro, poesías de la vida, fue el mismo Glenn Ford que la abofeteaba en la ficción de ‘Gilda’. No cabe otra que preguntarse si la fama, la eternidad, compensó a Margarita Hayworth (el apellido paterno mejor ni nombrarlo) una vida llena de desastrosas casualidades. Pero, al fin y al cabo, hoy celebramos el aniversario de una mujer que fue capaz de inmortalizar el sexo quitándose un simple guante y también del producto sexual que, no por casualidad, iba pintado en el arma de destrucción masiva yanqui que a tantos miles asesinaría. Quizás en esa contradicción tengamos la respuesta, más bien el resumen, de lo que fue, es y será Rita Hayworth: una leyenda trágica, abofeteada y oscura; también atrayente, icónica, magnética y. en todos los sentidos de la palabra, inmensamente interesante, eterna.

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Headshot of Rafael Sánchez Casademont

Rafael es experto en cine, series y videojuegos. Lo suyo es el cine clásico y de autor, aunque no se pierda una de Marvel o el éxito del momento en Netflix por deformación profesional. También tiene su lado friki, como prueba su especialización en el anime, el k-pop y todo lo relacionado con la cultura asiática.

Por generación, a veces le toca escribir de éxitos musicales del momento, desde Bizarrap hasta Blackpink. Incluso tiene su lado erótico, pero limitado, lamentablemente, a seleccionarnos lo mejor de series y películas eróticas. Pero no se limita ahí, ya que también le gusta escribir de gastronomía, viajes, humor y memes.

Tras 5 años escribiendo en Fotogramas y Esquire lo cierto es que ya ha hecho un poco de todo, desde entrevistas a estrellas internacionales hasta presentaciones de móviles o catas de aceite, insectos y, sí, con suerte, vino. 

Se formó en Comunicación Audiovisual en la Universidad de Murcia. Después siguió en la Universidad Carlos III de Madrid con un Máster en Investigación en Medios de Comunicación. Además de comenzar un doctorado sobre la representación sexual en el cine de autor (que nunca acabó), también estudió un Master en crítica de cine, tanto en la ECAM como en la Escuela de Escritores. Antes, se curtió escribiendo en el blog Cinealacarbonara, siguió en medios como Amanecemetropolis, Culturamas o Revista Magnolia, y le dedicó todos sus esfuerzos a Revista Mutaciones desde su fundación. 

Llegó a Hearst en 2018 años y logró hacerse un hueco en las redacciones de Fotogramas y Esquire, con las que sigue escribiendo de todo lo que le gusta y le mandan (a menudo coincide). Su buen o mal gusto (según se mire) le llevó también a meterse en el mundo de la gastronomía y los videojuegos. Vamos, que le gusta entretenerse.