Todo embarazo, de siempre, duraba
nueve meses. Mamá Naturaleza
determinó ese plazo con justeza:
nacía cuada cuál cuando tocaba.
Tal costumbre, parece que se acaba:
mucho temo, les dé más que pereza
asomar a este mundo la cabeza;
para mejor momento, se dejaba
amanecer a un mundo tan extraño
en el que todo está patas arriba.
Alguno sigue dentro más de un año
al ver la dolorosa perspectiva
de vivir rodeado de un rebaño
que vota a quien de Libertad le priva.
¡Claro que la natalidad desciende!
Visto lo visto ¡vaya si se entiende!