En las últimas horas, un vídeo grabado en un tren de Rodalies en Cataluña ha sacudido las redes sociales y ha abierto un intenso debate sobre la percepción de la delincuencia y las reacciones ciudadanas frente a los robos.
En la grabación, un grupo de pasajeros rodea e increpa a una mujer acusada de ser carterista tras pillarla robando en el vagón. La escena, lejos de acabar ahí, da un giro inesperado cuando otra pasajera —identificada como catalana por su acento— irrumpe para defender a la supuesta ladrona con frases como: “¡Dejadla trabajar en paz!” y “¿Qué más da una cartera?”, generando un clima de desconcierto y enfado entre el resto de viajeros.
Este episodio, que ya acumula miles de visualizaciones y comentarios, refleja el hartazgo social ante los continuos robos en el transporte público catalán.
En los últimos meses, la presión social contra los carteristas se ha intensificado, con grupos espontáneos que increpan o incluso graban a los delincuentes para intentar frenar una oleada delictiva que muchos consideran fuera de control.
“¡Dejadla trabajar en paz!”: el argumento que nadie entiende
La reacción de la defensora de la carterista ha sido recibida mayoritariamente con estupor. Muchos usuarios se preguntan cómo es posible justificar el robo o minimizar su impacto, sobre todo teniendo en cuenta el clima de inseguridad creciente en Barcelona y su área metropolitana. La mujer no solo pide que se deje tranquila a la presunta ladrona, sino que resta importancia al hecho de perder una cartera, sugiriendo que el valor material no justifica la confrontación o el escarnio público.
En palabras textuales recogidas por los testigos y replicadas en redes sociales: “¡Me da igual que sea carterista! ¿Qué más da una cartera?”. Este discurso ha generado rechazo e indignación entre quienes consideran intolerable normalizar o proteger conductas delictivas, especialmente cuando afectan a ciudadanos corrientes.
Contexto: hartazgo social ante la delincuencia
La situación no es nueva en Cataluña. Los robos por parte de bandas organizadas o carteristas individuales han proliferado especialmente en transportes públicos como Rodalies y el metro de Barcelona. La sensación de impunidad y la lentitud judicial han alimentado el surgimiento de patrullas ciudadanas improvisadas, que graban y difunden imágenes de los delincuentes para presionarlos a abandonar los trenes o simplemente avergonzarlos públicamente.
Una dona indignada, perq no deixen «treballar» a una carterista retinguda.
Gent defensant carteristes. La Catalunya que ve…🤗 pic.twitter.com/wH4MhI7CbX
— N. (@MRWHZ1) April 23, 2025
Este aumento del activismo ciudadano refleja una desconfianza creciente hacia las instituciones encargadas de garantizar la seguridad pública. Según múltiples testimonios recogidos recientemente, muchos pasajeros se sienten indefensos ante los robos recurrentes y perciben cierta inacción policial o judicial. Como resultado, reacciones como las vistas en este vídeo se han convertido en tendencia viral.
Perfil: ¿Quién es la defensora?
Aunque no se ha revelado públicamente la identidad completa de la mujer que defendió a la carterista, su intervención ha despertado curiosidad y debate sobre sus motivaciones. Algunos usuarios especulan con que se trate de una persona con ideas extremadamente tolerantes o incluso irónicas; otros apuntan a un posible intento deliberado de provocar o llamar la atención. Sea como fuere, su intervención ha trascendido lo anecdótico para convertirse en símbolo del “mundo al revés” que denuncian muchos ciudadanos: cuando quien comete el delito recibe comprensión o apoyo mientras las víctimas quedan desprotegidas.
Entre las anécdotas más comentadas sobre ella destacan:
- Su insistencia —incluso elevando el tono— para evitar que los pasajeros retuvieran o grabaran a la presunta ladrona.
- El uso reiterado del argumento “¿qué más da una cartera?” como justificación para no intervenir.
- Su negativa a colaborar con quienes pedían llamar a la policía o identificar claramente a la carterista.
Reacciones sociales y políticas
El vídeo no solo ha generado debate popular; también ha sido objeto de análisis en tertulias radiofónicas y discusiones políticas. Sectores conservadores lo han utilizado para denunciar lo que consideran una deriva permisiva hacia la delincuencia, mientras voces progresistas piden contextualizar cada caso antes de emitir juicios precipitados.
Lo cierto es que el fenómeno no es exclusivo de Cataluña ni nuevo. En otras ciudades europeas también se han registrado episodios similares, donde algunos ciudadanos optan por minimizar pequeños delitos bajo argumentos diversos —desde empatía social hasta rechazo al linchamiento público— aunque raramente con tanta vehemencia como en este caso.
Anécdotas y curiosidades
- El vídeo ha sido replicado por numerosos canales informativos y cuentas virales, convirtiéndose rápidamente en trending topic nacional.
- Algunos internautas han parodiado el episodio creando memes con frases tipo “Dejadla trabajar” aplicadas a otras situaciones absurdas.
- Se ha producido incluso cierta confusión sobre si era una actuación planificada o espontánea debido al surrealismo del momento.
El papel del transporte público como escenario
No es casualidad que estos episodios tengan lugar habitualmente en espacios como trenes o metros: son lugares donde las víctimas suelen estar distraídas y los delincuentes pueden actuar con relativa impunidad antes de abandonar rápidamente el convoy. Los responsables del transporte público han intensificado las campañas preventivas y reforzado la seguridad, pero reconocen las limitaciones ante delitos rápidos y difíciles de prevenir completamente.
La presión social seguirá creciendo si no llegan respuestas efectivas desde las instituciones encargadas. Mientras tanto, escenas como esta seguirán generando debate sobre dónde poner el límite entre civismo, activismo ciudadano e incluso compasión mal entendida.