El periodista Luis Ventoso titula hoy su columna de opinión en El Debate como Cerremos el Parlamento (y el Supremo), publicada el 23 de abril de 2025, en la que lanza una crítica frontal al funcionamiento actual de las instituciones democráticas españolas.
El autor arranca con una tesis provocadora y clara: el descrédito progresivo de los poderes del Estado bajo el dominio del Gobierno, y la sensación creciente de que las herramientas fundamentales para el equilibrio y la vigilancia institucional han quedado reducidas a una mera escenografía.
La columna se construye sobre una premisa demoledora: el Parlamento ha dejado de cumplir su papel como contrapeso del poder ejecutivo, convertido según Ventoso en “una oficina de registro” donde los diputados oficialistas votan siguiendo instrucciones y la oposición es ignorada sistemáticamente. Así lo resume en uno de los fragmentos esenciales del texto:
“El Parlamento es hoy, salvo gloriosas excepciones, un registro donde los diputados del bloque oficialista votan lo que les mandan y los opositores ejercen una fiscalización ritual, sin apenas efecto ni eco.”
A lo largo del artículo, Ventoso subraya cómo la degradación parlamentaria va pareja al desprestigio del Poder Judicial, en concreto del Tribunal Supremo, sometido —según su visión— a campañas políticas para debilitar su independencia. El periodista articula su crítica sobre el papel que juegan los medios afines y ciertos sectores políticos a la hora de cuestionar permanentemente las decisiones judiciales, con consecuencias graves para el Estado de derecho:
“La demolición reputacional del Tribunal Supremo, promovida desde los altavoces gubernamentales y sus terminales mediáticas, está resultando tan eficaz que el ciudadano medio ya percibe a los jueces como actores políticos más que como garantes imparciales de la ley.”
En otro fragmento significativo, Ventoso denuncia la deriva hacia un sistema cada vez más presidencialista y menos pluralista. El autor recalca cómo la acumulación de poder en manos del Ejecutivo —y particularmente en torno a la figura del presidente— conduce a un vaciamiento efectivo del debate democrático:
“Vivimos en un presidencialismo rampante donde todo pasa por el despacho del presidente y sus cortesanos. El debate parlamentario es decorado; las sentencias incómodas se desacreditan desde el Gobierno; la oposición grita en el desierto.”
La columna no rehúye señalar las consecuencias sociales y políticas derivadas de este deterioro institucional. Ventoso advierte sobre el riesgo de desencanto ciudadano, abriendo la puerta a opciones populistas o autoritarias cuando los mecanismos democráticos dejan de funcionar eficazmente:
“Cuando el Parlamento y el Supremo dejan de servir como freno y control al poder, solo queda una ciudadanía desengañada, tentada por soluciones extremas o por un cinismo corrosivo que mina los cimientos mismos del sistema democrático.”
En suma, Ventoso articula una reflexión alarmada sobre el presente político español, empleando ironía y contundencia para invitar a una reacción social frente a lo que considera un proceso deliberado de vaciamiento democrático.
Claves temáticas del artículo
- Crítica al parlamentarismo ritual: El Parlamento se ha vaciado de contenido deliberativo real.
- Desprestigio judicial: El Tribunal Supremo es atacado como estrategia política.
- Presidencialismo: Concentración excesiva del poder ejecutivo.
- Desafección ciudadana: Peligro real para la salud democrática.
- Llamamiento social: La sociedad debe reaccionar ante esta deriva.
Reflexiones finales
El artículo utiliza una prosa directa para llamar la atención sobre temas clave como la separación de poderes, la importancia del control institucional y el peligro de dejar que las instituciones se conviertan en meros instrumentos decorativos. En palabras de Ventoso, “Si nada cambia, cerremos el Parlamento y el Supremo. Total, ya no sirven para nada.”
Las palabras del autor invitan a repensar el valor real de nuestras instituciones democráticas en un momento crucial para su supervivencia y credibilidad ante la ciudadanía.