Hay pocas cosas tan siniestras como la policía religiosa de Irán.
Conocida con el eufemismo de Gasht-e Ershad (Patrullas de Orientación), fue creada tras la Revolución Islámica de 1979, para hacer cumplir las estrictas normas impuestas por el régimen teocrático, especialmente relacionadas con el código de vestimenta y el comportamiento las en público.
Su función principal es vigilar y sancionar a quienes violan estas reglas, con un enfoque particular en las mujeres y el uso obligatorio del hiyab, el velo que cubre el cabello y el pecho.
Desde el asesinato de Mahsa Amini en 2022, el movimiento «Mujer, Vida, Libertad» ha desafiado a la ‘policía de la moral, con muchas mujeres quitándose el velo en público como acto de resistencia.
En respuesta, el régimen de los ayatolás ha intensificado su represión, aprobando leyes que imponen hasta 10 años de cárcel por no usar el hiyab.
La policía religiosa patrulla calles, espacios públicos y, más recientemente, utiliza herramientas de vigilancia masiva:
- Patrullas físicas: Agentes, a menudo acompañados por mujeres vestidas con chadores (atuendo negro que cubre todo el cuerpo), recorren ciudades en furgonetas, deteniendo a mujeres que consideran que no cumplen con las normas del hiyab o que llevan ropa «inapropiada» (demasiado ajustada, corta o colorida).
- Tecnología de vigilancia: Desde 2023, se han instalado cámaras en lugares públicos y carreteras para identificar a mujeres sin velo, enviándoles advertencias o multas. También se han reportado drones para monitorear el cumplimiento.
- Detenciones y «reeducación»: Las mujeres detenidas son llevadas a centros de detención donde se les imparte «clases de moralidad» o se las obliga a firmar compromisos de cumplimiento. En muchos casos, enfrentan arrestos violentos, confiscación de vehículos o castigos legales.
- Represión de protestas: Durante manifestaciones, como las desencadenadas por la muerte de Mahsa Amini en 2022, la policía religiosa colabora con otras fuerzas para reprimir a los manifestantes, usando gas lacrimógeno, porras y, en algunos casos, armas de fuego.
Son numerosos los crímenes y violaciones de derechos humanos, documentados por organizaciones como Amnistía Internacional y la ONU:
- Homicidios: El caso más emblemático es el de Mahsa Amini, una joven de 22 años que murió en septiembre de 2022 tras ser detenida por llevar el hiyab «inadecuadamente». Testigos afirman que fue golpeada en una furgoneta policial, lo que le causó un coma y su posterior muerte. Aunque las autoridades negaron los golpes, su caso desató protestas masivas.
- Tortura y malos tratos: Miles de mujeres han denunciado golpizas, insultos y agresiones físicas durante detenciones. Estos actos incluyen bofetadas, patadas y el uso de porras, a menudo acompañados de humillaciones verbales.
- Detenciones arbitrarias masivas: Durante las protestas de «Mujer, Vida, Libertad» (2022-2023), se detuvo a más de 22,000 personas, muchas por desafiar las leyes del velo. Estas detenciones suelen carecer de procesos legales justos.
- Crímenes contra la humanidad: Un informe de la ONU de 2024 calificó la represión de las protestas como un «ataque generalizado y sistemático» contra civiles, especialmente mujeres, incluyendo persecución de género, ejecuciones y violencia sexual.
La brutalidad de la policía religiosa tiene diversas caras:
- Violencia física: Mujeres han sido arrastradas por el suelo, golpeadas con porras y atacadas por agentes o grupos parapoliciales (Basij) por no usar el hiyab o protestar quitándoselo. En 2024, videos en redes sociales mostraron a agentes envolviendo a una mujer en una manta y llevándola a la fuerza por resistirse al arresto.
- Acoso y humillación: Las detenciones suelen ir acompañadas de insultos como «prostituta» o amenazas de violencia sexual. En algunos casos, se ha reportado que agentes rasgan la ropa de las detenidas, como ocurrió con una estudiante en 2024 que, en protesta, se desnudó tras ser agredida.
- Castigos inhumanos: Además de prisión o multas, se han impuesto flagelaciones (latigazos) como castigo por violar las normas del velo, una práctica considerada cruel bajo el derecho internacional.
- Impacto desproporcionado: La represión se intensifica contra mujeres de minorías étnicas (como kurdas o baluchis) y activistas, algunas de las cuales han sido condenadas a muerte por cargos vagos de «seguridad nacional».
Hoy, 24 de mayo de 2023, la policia de la moral iranía vuelve a ser noticia.
El régimen de los ayatolás ha decidido elevar su cruzada contra la libertad de las mujeres a nuevas alturas, literalmente, al desplegar drones para vigilar el uso del hiyab en las calles de Teherán.
La Policía de la Moral iraní, conocida por su férrea imposición del código de vestimenta islámico, ha encontrado un nuevo aliado en la tecnología.
Drones equipados con cámaras sobrevuelan ahora las calles de la capital, buscando a mujeres que no cumplan con las estrictas normas de vestimenta.
Esta medida, que parece sacada de una distopía orwelliana, es solo la punta del iceberg de una campaña de vigilancia cada vez más invasiva.
Pero los drones no son la única herramienta en el arsenal tecnológico del régimen. Una aplicación móvil llamada «Nazer-1» (Observador-1) ha sido lanzada, permitiendo a los ciudadanos denunciar a mujeres que no lleven el hiyab correctamente.
Esta app, que fomenta la delación entre vecinos, ha sido descrita por activistas como un instrumento de «apartheid de género».
Resistencia y represión
La implementación de estas medidas no ha sido recibida pasivamente por la población iraní. Desde la muerte de Mahsa Amini en septiembre de 2022, detenida por llevar el hiyab «incorrectamente», las protestas contra el régimen y sus políticas opresivas han sido constantes. Miles de mujeres han desafiado abiertamente la ley del hiyab, quitándoselo en público como acto de rebeldía.
La respuesta del gobierno ha sido brutal. Cientos de manifestantes han sido asesinados, miles han sido detenidos y algunos incluso han sido ejecutados por su participación en las protestas. A pesar de esto, el movimiento de resistencia persiste, con mujeres y hombres unidos en la lucha por la libertad y la dignidad.
El régimen, el mismo que pagaba el teléfono móvil de Pablo Iglesias, al que sugiere aliarse Zapatero y ha financiado terrorismo en todo el mundo, parece decidido a apretar aún más las tuercas de la represión.